Pestañas

lunes, 16 de marzo de 2015

Poesía

Él, guarda en su bolsillo un viejo reloj, a un lado de sus recuerdos y sus sueños. Cuantas cosas han vivido juntos, en ese tic tac se han escondido, sonrisas y despedidas, amores y sin sabores... vida.


Camina por la calle recordando sus sueños, sus anhelos, la vida que se detiene en el punto en que se guarda en el corazón, donde permanece intacto, eterno, infinito. Tan infinito como el recuerdo del primer beso, la primera caricia, de esa noche especial que se envuelve con amor.

En un pestañeo ve su vida, la niñez llena de soldaditos, la juventud repleta de inquietudes y la responsabilidad de ser mayor. Pero en el fondo de su alma, aún conserva sus más preciados sueños, esos que palpitan y dan vida a su corazón.

El tiempo en su vida se detiene, absurdamente por un momento se detiene. Él ha decidido abrir las puertas al amor, entonces el tic tac guarda silencio, ese amor se respira en el viento y toca con sus dedos la eternidad.

El alma que desafía el tiempo, que no reconoce arrugas sino momentos, hace que giren alrevés las manecillas del reloj, y la vida que camina hacia la muerte se detiene, regresa a ser vida nuevamente, el amor permite que sea así.

Él guarda en su bolsillo un viejo reloj lleno de vida, de ilusiones, de esperanzas, de anhelos, ternuras y caricias, que despierta en el tic tac que nace desde su corazón.


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