Un
grupo de aldeanos de la isla de Guam, en el Océano Pacífico, reveló
algunos factores clave del papel que una toxina ambiental puede jugar
en los cambios cerebrales que son una característica de la
enfermedad del Alzheimer. Y los científicos que estudian esa
neurotoxina parecen haber encontrado un antídoto.
Físicos
de la Armada identificaron en la década de los 50 una enfermedad
paralítica que tiene similitudes con el mal de Parkinson, la
esclerosis lateral amiotrófica (ALS por sus siglas en inglés,
conocida también como el mal de Lou Gehrig) y la demencia.
Científicos
después observaron que antes de la muerte de quellos que sufren de
esta enfermedad -que combina la esclerosis lateral amiotrófica, el
mal de Parkinson y la demencia-, sus cerebros estaban dañados en los
mismos grupos de proteína y fibras nerviosas que frecuentemente son
vistos en el cerebro de aquellos que sufren de Alzheimer.
Cuando
buscaban la causa de la enfermedad que se originó en Guam, los
científicos concluyeron que podría provenir de una toxina ambiental
-el aminoácido beta-N-methylamino-L-alanine (or L-BMAA)-. Producida
por una gran cantidad de bacterias, la L-BMAA abunda en las algas y
puede encontrarse en algunos animales marinos (tiburones y moluscos),
que comen ese tipo de alga.
Se
le ha relacionado con el elevado número de casos de ALS entre
soldados que estuvieron en la Guerra del Golfo en 1991, quienes
pudieron haber inhalado altas concentraciones de L-BMAA en el polvo
del desierto.
Según
los estudios, se cree que podría tomar años de estar ingiriendo
carne contaminada o harina para que un aldeano pudiera desarrollar la
enfermedad. Pero incluso cuando los extranjeros van a Guam y comen al
estilo de los nativos, aunque sea por poco tiempo, hay una alta
probabilidad de que se enfermen -lo que sugiere que una toxina
ambiental podría ser la culpable-.
Con
esas pistas, científicos del Instituto de Etnomedicina en Jackson
Hole, Wyoming, decidieron probar en un mono nativo de África los
efectos de ingerir L-BMAA.
Durante
un lapso de 140 días, los científicos alimentaron a un grupo de
monos con fruta contaminada de L-BMAA, con una dósis que podría
aproximarse a lo que un aldeano de Chamorro podría ingerir en toda
su vida. A otros grupos de monos se les dio comida con mayor o menor
cantidad de L-BMAA, pero también se les dio la misma dósis del
suplemento aminoácido llamado L-serine.
Luego
de 140 días, los resultados fueron notorios entre los monos que
consumieron L-BMAA y los que también consumieron aminoácidos.
El
cuerpo humano sintetiza el L-serine -aminoácido fundamental en el
desarrollo de los músculos, un saludable sistema inmunológico y el
metabolismo de las grasas-. En colaboración con el Instituto de
EtnoMedicina, Phoenix Neurological Associates actualmente está
conduciendo una prueba preliminar para administrar el L-serine a
gente diagnosticada con ALS. Se espera que el estudio entregue los
resultados para el final del año.
Deborah
Mash, directora del Brain Endowment Bank de la Universidad de Miami y
coautora del estudio, dijo que los hallazgos ofrecen una sólida
evidencia de que el L-BMAA provoca la enfermedad degenerativa, aunque
sigue sin comprobarse.
“Los
resultados producidos fueron casi idénticos a aquellos encontrados
en la capa cerebral de los nativos que murieron de síntomas
similares a los del Alzheimer”, dijo Mash.
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