Un
grupo de jóvenes pone en marcha una terapia que, a través de la
música, consigue efectos inesperados en los afectados por la
enfermedad
Se
conoce como música autobiográfica a aquella que nos ha acompañado
durante los momentos más importantes de nuestra vida. Esa melodía
con la que nos hemos enamorado, reído, llorado o, simplemente,
bailado hasta que las plantas de los pies llegaron a decir «basta».
Esas notas, que conforman la banda sonora de nuestra existencia,
están tan pegadas a nosotros que al alzheimer,
encargado
de fulminar cruelmente nuestros recuerdos, le cuesta acabar con
ellas. De hecho, es curioso cómo entre las últimas áreas en
desaparecer del cerebro afectado por la enfermedad se encuentran las
encargadas de la memoria musical y nuestra capacidad de sentir
emociones.
Un
grupo de jóvenes de Granada trabaja hace ya dos años en una terapia
a la que bien han denominado << Música para despertar >>y
que cada día ponen en práctica en el centro de mayores Caxar
de la Vega, en Cájar (Granada).
Allí, los ancianos con el mal de Alzheimer han vuelto a sonreír, a
soñar, a recordar las canciones de su vida e incluso, aunque cueste
creerlo, a cantar. Solo hay que ver los vídeos con los que estos
profesionales promocionan su trabajo en Internet para emocionarse y
comprobar que la terapia da resultado. Entre los muchos ejemplos está
el despertar de Paco y cómo, al escuchar «Entre dos aguas» de Paco
de Lucía, se arranca a cantar:
Pepe
Olmedo es
el responsable de esta bella y efectiva iniciativa. Este psicólogo
clínico de 27 años dedica
su vida a los enfermos de alzheimer con la esperanza de, algún día,
obtener financiación para continuar con su proyecto y crear un
centro de referencia en España. «La memoria musical no se pierde
hasta el final. Los mayores con alzheimer pueden no ser capaces de
recordar su fecha de nacimiento o el nombre de sus hijos, pero sí
las letras de las canciones de su vida».
Cada
día, Pepe Olmedo y otros tres jóvenes, voluntarios como él,
diseñan la terapia más adecuada para cada paciente y escogen
cuidadosamente las canciones y el momento en que deben ser
escuchadas. La terapia, explica Olmedo, ayuda entre otras cosas a
acabar con la agresividad y el nerviosismo característicos de
este tipo de enfermos. «Conseguimos que se calmen y permanezcan
sentados durante un buen rato. Hay, incluso, quienes se arrancan a
bailar sevillanas. La respuesta es inmediata». «La música
—prosigue prosigue el psicólogo— ayuda a los pacientes a
mantener la atención, algo muy difícil en un enfermo de alzheimer.
Por ello, solemos utilizar las canciones para intentar que hagan una
actividad que les resulte difícil, por ejemplo caminar hacia algún
sitio».
Preguntamos
a Olmedo si ese despertar siempre es positivo o si, por el contrario,
las canciones podrían llegar a provocar a los pacientes cierta
nostalgia y sensación de tristeza. «Era uno de nuestros temores,
pero nos sorprendimos al ver que curiosamente ha pasado lo contrario.
La música provoca un estado de alegría y felicidad
impresionante. Solo nos hablan de cosas alegres». Y es que, si
algo necesitan los enfermos de alzheimer, es sentir cerca calor
humano. «En la Universidad siempre estudiamos que el profesional
debe tener una cierta distancia con el paciente, pero aquí es
imposible llevarlo a cabo ya que ellos reclaman besos, abrazos...
necesitan sentirse queridos».
La barrera del desconocimiento
El
miedo y el desconocimiento van de la mano cada vez que se habla de
alzheimer. Por desgracia, son muchos quienes, sobrepasados por un mal
que convierte a sus familiares en desconocidos, deciden recurrir a la
medicación con cierta asiduidad al pensar que es la única
alternativa. «Es la dura realidad. Se recurre a los fármacos con
demasiada frecuencia sin que en muchos casos sea necesario. La
causa de esto no es más que el desconocimiento de la enfermedad y de
la existencia de otros métodos». Por ello, Pepe Olmedo ha puesto en
marcha una serie de cursos y talleres con los que asesorar a familias
y profesionales y demostrar que otras terapias, como la suya, son
también válidas. «El efecto de la música sobre el paciente
perdura en el tiempo y no termina cuando acaba la canción. Es
realmente impresionante».
Aunque
Olmedo y su equipo han echado el resto en el proyecto,«Música
para despertar» necesita un fuerte apoyo económico para seguir
ayudando a enfermos de alzheimer. «Queremos crear una red de centros
y personas que quieran trabajar con nuestros métodos. El objetivo es
divulgar el proyecto, poder llegar a más gente de la que puede haber
en este pueblo de Granada... Sin embargo, hoy por hoy ni siquiera
tenemos página web por falta de fondos». Los planes del joven
psicólogo pasan, entre otras cosas, por crear una aplicación móvil
y, en breve, poner en marcha una investigación para medir los
cambios en la actividad cerebral de los pacientes al escuchar la
canción de su vida. Mientras el dinero llega, estos jóvenes
seguirán trabajando de forma voluntaria, haciendo que los recuerdos
salgan de su escondite arrancando sonrisas. Como le pasó a Paz al
escuchar a Frank Sinatra:
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