Presentamos
el libro “La comunicación eficaz con el enfermo de Alzheimer”,
editado por AFALcontigo
y la colaboración de la Obra
Social de Caja Madrid (Actualmente Fundación Monte Madrid),
escrito por: Juan
Santiago Martín Duarte,
Juan
Gonzalo Castilla Rilo y
M.ª
Jesús Morala del Campo
Cuidar a una persona
enferma de alzheimer es difícil, pero también enormemente
gratificante cuando conocemos y entendemos un poquito la enfermedad y
los efectos que causa en el comportamiento del afectado.
Si la atención física
de los cuidados es muy importante, no lo es menos el cariño, los
sentimientos, la imaginación, la dignidad, la religión y la
comunicación con la persona; hasta el último momento de la
enfermedad el paciente necesitará cuidaos con dignidad, respeto y
amor.
Podríamos
definir la comunicación, de una manera muy sintética, como la
transmisión
de señales, a través de un canal, mediante un código común al
emisor y al receptor, en un contexto determinado.Todos
los seres animados, racionales o no, se comunican entre semejantes y
con el entorno que les rodea. La capacidad comunicativa de una
especie es indicio de su nivel en la escala evolutiva.
En el caso de los
seres humanos, la lengua es un código que posibilita la comunicación
de ideas sutiles, producto del pensamiento y la inteligencia
superiores. La emisión y recepción del mensaje supone una labor de
codificación por parte del emisor (del pensamiento al sonido o al
papel) y descodificación a cargo del receptor (de vuelta al
pensamiento), algo que nos parece sencillo pero que utiliza las
funciones cognitivas propias de la persona y que, aunque casi
automático, es un proceso complejo.
Cuando una persona
sufre un deterioro cognitivo que empobrece o destruye estas
funciones, su capacidad de comunicación con otras personas se ve
disminuida o reducida al mínimo, hasta el punto de que se llega a
decir que se encuentra en situación «vegetativa», o «como un
vegetal», para expresar que ya no se puede comunicar y que, por
tanto, está perdiendo aquello que la definía más claramente como
un ser animado.
Comunicarse,
comunicar, es, por tanto, esencial para las personas. La
incomunicación sume en el aislamiento, imposibilita el hacerse
entender y el entender a otros, lo que se agrava si el hecho de no
comunicar se debe a problemas relativos no al canal (voz, escritura,
etc,) ni al código (lengua), sino al propio emisor (el enfermo de
alzhéimer), que ha perdido la capacidad de expresarse y que,
incluso, puede haber perdido las ideas a expresar.
Pero en una patología
como el alzhéimer, que es caleidoscópica, multifactorial, en la que
intervienen innumerables aspectos que la convierten en un síndrome
extraordinariamente complejo, la comunicación no iba a ser menos.
Para que todo marche bien, nos encontramos en las demencias con la
necesidad de comunicación entre todos los actores que intervienen en
este complicado escenario: enfermo, familia cuidadora, profesionales
de la clínica y del cuidado, centro de día o residencia en que se
halle el enfermo y, en general, toda la sociedad, que sufre también
el costosísimo problema social, sanitario y económico que suponen
las demencias en lo países de población envejecida.
Por todo ello, este
libro contempla la comunicación en todas sus vertientes, intentando
dar pautas para comunicar, en todos los casos, de una manera
informada y formada, y obtener, así, un buen entendimiento entre los
implicados, que facilitará la toma de decisiones correctas y
redundará en una mejor calidad de vida del enfermo y, como
consecuencia, de sus familiares cuidadores, a la vez que hará más
comprensible a toda la sociedad el problema que representan el
alzhéimer y el resto de demencias.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Gracias por participar nuestro blog