El alzhéimer podría haber
evolucionado junto con la inteligencia humana, señalan
investigadores en un artículo publicado este mes en BioRxiv.
El estudio encuentra evidencia de
que hace entre 50.000 y 200.000 años, la selección natural impulsó
cambios en seis genes implicados en el desarrollo del cerebro. Esto
podría haber contribuido a aumentar la conectividad de las neuronas,
haciendo que los humanos modernos sean más inteligentes a medida que
evolucionaban sus ancestros homínidos. Pero esa nueva capacidad
intelectual también tuvo un costo: los mismos genes están
implicados en la enfermedad de Alzhéimer.
Kun Tang, genetista de poblaciones
en los Institutos de Ciencias Biológicas de Shanghai, en China, que
dirigió la investigación, especula que el trastorno de la memoria
se desarrolló a medida que los cerebros envejecidos luchaban con
nuevas demandas metabólicas impuestas por el aumento de la
inteligencia. Los seres humanos son la única especie que se conoce
que desarrolla alzhéimer; la enfermedad está ausente incluso en
especies de primates estrechamente relacionados, como los chimpancés.
Tang y sus colegas buscaron ADN
humano moderno como evidencia de esta antigua evolución. Los
expertos examinaron los genomas de 90 personas con ancestros de
África, Asia o Europa, en busca de patrones de variación impulsados
por los cambios en el tamaño poblacional y la selección natural.
Marcado
por la selección
El análisis fue engañoso, porque
los dos efectos pueden imitarse entre sí. Para controlar los efectos
de los cambios de población —y así aislar las firmas de la
selección natural—, los investigadores estimaron cómo cambió el
tamaño de la población a lo largo de tiempo. Luego identificaron
segmentos del genoma que no coincidían con la historia de la
población, dejando al descubierto los tramos de ADN que, muy
probablemente, fueron moldeados por la selección.
De esta manera, los investigadores
miraron hacia atrás en los eventos de la selección que se
produjeron hasta hace 500.000 años, revelando las fuerzas evolutivas
que dieron forma a los albores de los humanos modernos, que se cree
que fueron hace unos 200.000 años. La mayoría de los métodos
anteriores para desentrañar esos cambios se remontan solo a unos
30.000 años, dice Stephen Schaffner, biólogo computacional del
Instituto Broad, en Cambridge, Massachusetts.
El enfoque analítico que usó el
equipo de Tang es prometedor, añade. “Trata a todos los tipos de
selección dentro de un marco uniforme, y también trata a las
diferentes épocas de la selección de una manera más o menos
uniforme”. Pero Schaffner dice que se necesita más investigación
para confirmar que el método es ampliamente aplicable.
Aún así, incluso los métodos de
análisis genómicos más poderosos pueden ser limitados por los
caprichos de la historia. Los asiáticos y los europeos descienden de
un pequeño número de personas que dejaron África hace unos 60.000
años; y ese cuello de botella poblacional borró los patrones de
variación genética anteriores en los europeos. Los genomas de los
africanos permiten a los investigadores mirar mucho más atrás en el
tiempo, ofreciendo más información sobre los cambios evolutivos que
dieron forma a la humanidad.
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