La concepción que ha
guiado la gran mayoría de los estudios sobre el déficit lingüístico
ha provocado que se deje de lado la comunicación interpersonal para
ocuparse especialmente de las características del lenguaje de la
persona con patología, algo a todas luces necesario pero
insuficiente. Nuestra investigación lingüística debe contemplar la
certeza de que la capacidad comunicativa no se refleja en la
actuación frente a un test o en las respuestas a una serie de
cuestiones planteadas en una consulta de logopedia, sino que es la
conversación cotidiana el medio por el que mejor podemos descubrir
las verdaderas habilidades lingüísticas de una persona.
Siguiendo el camino
emprendido por otros investigadores, decidimos analizar la secuencia
conversacional prototípica, la sucesión entre una pregunta y una
respuesta, con el fin de detectar, por un lado, qué tipo de pregunta
resultaba más comprometida para las habilidades decrecientes del
hablante con demencia de tipo alzhéimer (DTA) y, por otro lado, si
los interlocutores sin demencia se adaptaban a esta realidad a través
de sus preguntas.
Para realizar este
estudio analizamos los tipos de preguntas que plantean tanto el
investigador como el interlocutor clave (el familiar que interactúa
con más frecuencia con la persona demenciada) a los hablantes con
DTA, y las respuestas de estos en nueve conversaciones de 20 minutos.
Estas nueve grabaciones se dividen equitativamente entre las tres
etapas de la demencia.
En primer lugar, en
cuanto al tipo de cuestiones formuladas, no se observaron diferencias
significativas a través de las distintas etapas de la enfermedad, lo
que puede dar cuenta de una no adaptación a las verdaderas
capacidades del sujeto con alzhéimer, presumiblemente menores con el
paso de la demencia. El mayor porcentaje de preguntas polares
(preguntas que se responden con «sí» o «no») en el caso de los
investigadores y de preguntas abiertas en el caso de los familiares
puede ser resultado tanto de una concepción distinta de la
dificultad que entraña cierto tipo de pregunta para la persona con
demencia como del tipo de interacción conversacional estudiado; es
importante resaltar que antes de comenzar la conversación se ha
pedido al interlocutor clave que sea el encargado de interactuar de
forma preferente con su familiar con demencia. Es posible que el
interlocutor clave se vea en la obligación de formular más
preguntas abiertas con el objetivo de que la persona con DTA dé más
información y hable durante más tiempo.
En segundo lugar, se
observa un decrecimiento gradual de las respuestas apropiadas a lo
largo de la enfermedad. Con respecto al tipo de inadecuación en la
respuesta, se concluye que al comienzo de la demencia existe un mayor
número de respuestas vagas que se convierte en una cantidad más
elevada de no repuestas en un nivel más avanzado. El hablante con
DTA se va desconectando de la conversación y no gestiona el tema
conversacional de manera adecuada.
Finalmente, hemos
demostrado que el porcentaje de respuestas inadecuadas es mayor tras
una pregunta abierta que tras una pregunta polar y que la diferencia
entre el número de respuestas inapropiadas tras un tipo u otro de
pregunta no varía a lo largo de las tres etapas de la demencia.
Por esta razón, con
la idea de dotar a los interlocutores clave de mecanismos para
mantener una buena comunicación el máximo tiempo posible, estamos
confeccionando una guía comunicativa en la que, por un lado,
apoyamos el empleo de un mayor número de preguntas abiertas en las
primeras etapas de la enfermedad y, por otro lado, fomentamos que,
cuando responder de forma adecuada a este tipo de pregunta sea muy
difícil para la persona con demencia, se utilice un mayor porcentaje
de preguntas polares.
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